ENTREVISTA (Año 2009) PRIMERA PARTE
- ¿Quién es Donato Ndongo Bidyogo?
Nací en Alén, un pueblo que está en el distrito de Niefang (Guinea Ecuatorial), el 12 de diciembre de 1950. Hice mis primeros estudios en mi pueblo, y luego estudié en un colegio en Bata. En 1965 me vine a España para continuar el bachillerato. La independencia de Guinea, que fue en 1968, me pilló aquí en España, por lo cual ya no pude regresar a Guinea Ecuatorial.
Estudié historia y periodismo en Barcelona, después empecé a trabajar en una revista de Madrid que se llamaba Índice, y a partir de entonces me dediqué fundamentalmente al periodismo. También escribía artículos sobre historia, historia de África y de Guinea Ecuatorial, en diversas publicaciones españolas. Así estuve hasta que en 1979 el actual presidente derrocó a su tío, Francisco Macías, y subió al poder. Entonces, hacía 14 años aproximadamente que no veía a mis padres, mis hermanos. Había hermanos que yo no conocía. Prácticamente en algunos aspectos se me había desdibujado Guinea de la cabeza, porque llegué a España con 14 años, y es una edad en la que muchos recuerdos, si no se tienen presente, lógicamente se borran.
- Entonces, ¿regresó a Guinea Ecuatorial en 1979?
Sí. El reencuentro con Guinea en 1979 fue decisivo, fue importante. Primero, porque vi el país totalmente devastado; algo muy diferente a lo que yo había dejado en 1965. Un país totalmente distinto, incluso no reconocía mi propio pueblo, porque los 11 años de tiranía de Macías destruyeron el país físicamente, sin haber ninguna guerra, sin embargo el país estaba destruido. Además, y sobre todo, destruyó a las personas.
- ¿Esas experiencias fueron motivación para empezar a escribir literatura?
Definitivamente. Recuperé algunos paisajes, lo que quedaba de Guinea. Empecé a hacerme muchas preguntas, de orden político, de orden moral e intelectual. Y eso dio pie a regresar, empezar a escribir mi primera novela, “Las tinieblas de tu memoria negra”. Empecé a escribirla al regresar a Guinea en diciembre de 1979. Empecé a reflexionar. Lo que pasa es que no había encontrado el tono de la novela, porque hasta entonces había escrito libros de historia o algún libro de crítica literaria, pero no había entrado en la ficción, en la creación literaria. Solamente había publicado el relato “El sueño”, que salió en la revista Papeles de Son Armadans de Camilo José Cela en Palma de Mallorca, mi único trabajo de creación literaria. Escribí el libro en verano de 1980, desde junio a septiembre. A partir de entonces empecé a recorrer editoriales. La novela fue finalista del Premio Sésamo en 1984, pero no me dieron el premio. A pesar de eso, ninguna editorial quería publicar la novela, hasta que posteriormente salió en 1987 en la editorial Fundamentos. Mientras tanto, yo seguía mi vida profesional en España. En 1981 fui nombrado director adjunto del Colegio Mayor Nuestra Señora de África en Madrid, seguí ejerciendo mi profesión de periodista con colaboraciones en y otros.
En 1985 me plantearon ir a Guinea como director del Centro Cultural Hispano-Guineano. Convergieron varios factores para aceptar esa función. Primero, quería regresar a Guinea, porque Guinea es mi país. Además, por razones familiares, mis padres ya eran mayores y tenía que ocuparme de mi familia. De alguna manera, yo creía que debía contribuir a la reconstrucción tanto política como intelectual del país; sobre todo el orden moral. Así que acepté. En octubre de 1985 fui allí y permanecí en este puesto hasta marzo de 1992. En 1992 fui nombrado delegado de la agencia EFE, que es la agencia de noticias españolas más importante. Acepté este cargo también como un reto, porque ejercer el periodismo en Guinea Ecuatorial, en una dictadura férrea, no es nada fácil. Permanecí en este puesto hasta 1994 en Guinea Ecuatorial. El gobierno me amenazó, concretamente el ministro de la seguridad nacional, Manuel Nguema Mba, con la pistola en mano con que me iban a matar, porque – según él, según ellos – estaba dando informaciones que no beneficiaban al país. Pero las informaciones que daba eran la realidad.
- ¿Cómo era esa realidad?
La realidad que ocurre en una dictadura tan terrible como es Guinea Ecuatorial. Por ejemplo, si encarcelan de un golpe a más de cien personas, entre ellos profesores, políticos, estudiantes, sacerdotes, les pegan a casi hasta la muerte. Muchos estuvieron gravísimamente enfermos, y ni siquiera les dejaron curarse. Si ocurren esas cosas en un país, lógicamente para cualquier periodista del mundo eso es noticia. Pero ellos no querían que esas informaciones de asesinatos, de torturas, que ejercen contra las personas, se conocieran fuera. El pueblo está pasando hambre, miseria; el presidente y sus familiares se están enriqueciendo. Yo como periodista – es más importante decir la verdad que hacer un compadreo – me negué a entrar en este juego, entrar en este mecanismo; y por eso fui perseguido en Guinea Ecuatorial hasta el punto de que tuve que salir, tuve que huir de mi país cinco minutos antes de que me detuviesen.
- ¿Adónde se trasladó entonces?
La agencia EFE me destinó a Gabón, al país vecino. Allí estuve un año, intentando abrir una delegación de la EFE, que tampoco fue posible. En 1995 regresé a España, y ya desde entonces estoy aquí como refugiado político. Fui director del Centro de Estudios Africanos que abrió en 2000 en la Universidad de Murcia. Escribí “Los poderes de la tempestad” aquí en Murcia. Cuando se cerró el Centro de Estudios Africanos en 2004, recibí una oferta de la Universidad de Missouri en Columbia, como profesor visitante, donde he estado hasta mayo de 2008. He regresado a España, porque no me dejaban ir a los EEUU con mi familia. Y estar cuatro años separado de mi familia, sin mis hijos, no me parece adecuado, y he decidido regresar definitivamente a España y a retomar mi trabajo como escritor.
- ¿Cómo es la situación de traducciones de obras guineanas escritas en castellano a otras lenguas?
Hay que tener en cuenta que la literatura guineana está naciendo. Estamos construyendo los cimientos de un edificio que yo espero que primero sea importante y, segundo, que sea bueno. Estamos creando una cultura nacional. La cultura de todos los pueblos que componen Guinea Ecuatorial es ágrafa. No tenemos una tradición de escribir, una tradición escrita. Luego tuvimos la mala suerte de ser colonizados, por lo menos en la última etapa, fuimos colonizados por la España fascista. Por lo consiguiente, tampoco había demasiados estímulos culturales para invitar, de alguna manera, estimular a los guineanos para que escribiesen. De aquella época sólo recuerdo dos novelas publicadas por un autor guineano. “Cuando los Combes luchaban” de Leoncia Evita, que fue publicada en 1953, y luego “Una lanza por el boabí” de Daniel Jones Mathama, que fue publicada en 1962. Se trata de crear la literatura guineana; es lo que estamos haciendo ahora.
Hay obras de más calidad, hay obras de menos calidad. Por consiguiente, la traducción tiene que dirigirse también por estos parámetros. No nos van a publicar o traducir solamente por traducir a un guineano. Tiene que tener una cierta calidad en primer lugar, y tiene que tener un interés universal. Claro que son historias guineanas, africanas; pero es necesario que no solamente sean localistas, que interesen sólo a los lectores de África, o a los lectores de Guinea Ecuatorial, sino que pueden interesar lo mismo a un lector japonés, que a un lector de Iowa, que a un lector de Estocolmo. Eso es la universalidad de la literatura. Comprendo que todavía no se han dado demasiadas obras que reúnan estos requisitos. De manera que, hasta ahora – que yo sepa – sólo hay dos autores guineanos traducidos, que son María Nsue – que hace más de 10 años se tradujo “Ekomo” al francés. Ahora también se está traduciendo Ekomo al inglés en los Estados Unidos. Luego modestamente estoy yo. Mi novela “Las tinieblas de tu memoria” ya tiene una traducción en francés y en inglés. Del resto de las obras ya veremos en el futuro si mejora la calidad y se van escribiendo y publicando obras que tengan el suficiente interés y calidad para ser traducidas a otros ámbitos culturales.
- En 1984, se publicó la “Antología de la literatura guineana”. ¿Me puede contar sobre las fuerzas lograr esa antología?
Ya en la época de Macías, durante la primera dictadura, un grupo de dos o tres exiliados, mi buen amigo Paco Zamora y yo, escribimos. Empezamos a escribir relatos, cortos, etc. Como eso no tenía ninguna salida, porque no nos publicaban, nosotros mismos hicimos algunos folletos que se llamaban Documentos URGE, Unión Revolucionaria de Guinea Ecuatorial. URGE era uno de los movimientos de la oposición a Macías. Con la finalidad de darlos, de venderlos para recaudar fondos para nuestra lucha anti-Macías, uno se llamaba “Poetas guineanos en el exilio”, y el otro “Nueva narrativa guineana”. A partir de allí, entre las personas que vieron estos opúsculos, estaba un escritor y periodista español, José Luis Castillo Puche. Él vio estos folletos, le interesaron, escribió un artículo en el diario ABC, y llamó la atención – creo que por primera vez en España – sobre la gente guineana que podíamos aportar a la literatura española nuestras emociones africanas. Fue José Luis Castillo quien empezó realmente a darnos una cierta proyección, porque hasta entonces solamente Paco Zamora y yo hacíamos lo que podíamos, y nada más. No teníamos ninguna salida a nivel público.
A partir de aquella idea, José Luis Castillo Puche me propuso hacer una antología de literatura guineana. Estoy hablando de finales de los años setenta, 1977-78. En aquel momento no había ningún material para hacer una antología. Primero, solamente había esas dos obras publicadas, las que mencionaba antes, la de Leoncio Evita y la de Daniel Jones, más lo que habíamos publicado en aquellos opúsculos, que no tenía ningún interés mediático. No había material suficiente, y tampoco podía ni siquiera investigar. ¿Por qué? Porque Guinea, bajo la dictadura de Macías, estaba cerrada a cal y canto. No se podía entrar y salir de Guinea. Solamente la gente más importante del régimen podía entrar y salir de Guinea. No podía ir a Guinea porque me iban a matar, como sucedía a todo el mundo en aquellos años. Aquella idea de Castillo Puche fue una idea buena, pero no se podía realizar. Unos años después del golpe de Teodoro Obiang, una vez fusilaron a Macías, y cuando José Luis Castillo accedió al cargo de director de la editora nacional, retomamos esa idea de varios años atrás, y entonces me preguntó si ya era el momento de poder realizar la antología, y le dije que sí.
- ¿Cómo fue el trabajo concreto, el proceso definitivo hacia la antología?
Realicé un viaje a Guinea, para hacer un trabajo de campo, para investigar, en 1981. Estuve en Guinea unos dos meses, en Malabo y Bata, entrevistándome con la gente. Habían tenido una cierta inquietud literaria antes de la independencia. Desgraciadamente la mayoría había muerto, pero todavía quedaba alguno, como Ciriaco Bokesa por ejemplo, u otras personas que habían publicado algún poema o algún tipo de relato en la revista que tenían los misionarios claretianos en Guinea, que se llamaba “La Guinea Española”. Entonces, me entrevisté con la gente con la que pude en aquel momento, dentro de Guinea, sobre todo con la gente que tenía inquietudes literarias, pero que no había publicado nada. Tenían inquietudes literarias, y tenían vocación, pero no tenían ningún estímulo, no habían publicado nada, primero por las condiciones de Guinea, y segundo porque en España – como dije antes – resulta muy difícil publicar si no se tiene ya previamente un nombre. Por eso, en mi antología hay gente inédita, por ejemplo María Nsué no había visto su nombre publicado, hasta que salió en mi antología. De manera que hice la antología, así surgió la idea, así se realizó, y finalmente se pudo publicar en 1984. Entonces, tardó unos dos o tres años en publicarse. Tengo que agradecer a Fernando Morán, que me dio el gran espaldarazo. Siendo ministro de asuntos exteriores y un africanista, aceptó avalarme, porque la presentación de un libro conlleva de alguna manera un aval del libro.
A partir de allí, unos críticos consideran que esta antología es la piedra fundacional de la literatura guineana. Algunos de los nombres que están allí, como el de María Nsué, como Ciriaco Bokesa, después se han revelado como literarios de verdad, aunque en mi opinión deberían seguir escribiendo. Yo siempre se lo he dicho a María Nsué, que deje de hacer el vago y se dedique más a escribir. Pero en cualquier caso, se ha consolidado su nombre, el de Ciriaco Bokesa también, porque su poemario “Voces de espumas” está en la misma categoría de cualquier poemario de cualquier poeta español destacado. Creo que Ciriaco Bokesa es un poeta. Mientras nos quede vida, debería seguir escribiendo, para que nos siga deleitando con su poesía. Hay otros nombres que no han seguido escribiendo, pero por lo menos la antología sirvió de estímulo para que la gente que tuviera vocación e inquietudes literarias pudieran empezar a consolidar esta vocación, estas inquietudes. Y también sirvió para dar a conocer ese movimiento incipiente que poco a poco va tomando cuerpo, que es la construcción de la cultura nacional de Guinea Ecuatorial a través de la literatura escrita.
- ¿Cómo describiría a su país en sus propias palabras? ¿Y a la gente?
Gente sufrida. El guineano ha sufrido sucesivamente en los últimos 100 años el colonialismo. Guinea ha sufrido la dictadura de Franco – que si fue dura en España, fue doblemente dura en Guinea – porque al mismo tiempo éramos colonia, y además colonia de un país fascista. Después de la independencia, estamos aplastados por dos dictaduras sucesivas, la primera de Francisco Macías, y la actual de Teodoro Obiang. De manera que la independencia para nosotros no supuso ni libertad ni desarrollo, que son los fines por los cuales los guineanos, la generación que luchó por la independencia, exigió la soberanía a España.
Los guineanos somos gente que hemos padecido de todo. Así, como otras generaciones de africanos sufrieron la esclavitud, ahora a nosotros nos ha tocado sufrir el colonialismo, y además del colonialismo, el exilio. Porque el colonialismo supone un exilio interior. Eres esclavo en tu propio país, porque dirigen las reglas otros señores que han venido de fuera, las leyes de unos señores que han venido de fuera, las costumbres de unos señores que han venido de fuera. Y te tienes que someter a las exigencias y a las condiciones que te imponen unas personas que han venido de fuera. Eso es el colonialismo en definitiva. Y ahora, la dictadura nos ha llevado al exilio exterior, a los que hemos podido salir. Porque no todos los guineanos pueden salir de la dictadura, y están padeciendo esta situación dentro del país. Yo considero que Guinea Ecuatorial es – desde la época de Macías hasta ahora mismo, en los casi 40 años que llevamos de independencia – una especie de campo de concentración, de unos 28.000 km², que es lo que es Guinea Ecuatorial. Porque dentro de Guinea Ecuatorial nadie puede moverse, si no es por voluntad del dictador de turno. Tanto con Macías como ahora con Obiang. De manera que las palabras que definirían a Guinea Ecuatorial, serían un inmenso campo de concentración. La independencia no supuso para nosotros ni libertad ni desarrollo, sino todo lo contrario.
En el país, el 90-95% de la población vive peor ahora que bajo la época colonial. Los guineanos son gente que simplemente está sufriendo desde hace varios siglos una opresión inenarable. Porque hay dictaduras y dictaduras; y no quiero entrar en el ejercicio de comparar quién es más o menos asesino: si Pinochet o Teodoro Obiang. No quiero entrar en este juego. Pero lo que sí es cierto, es que es una dictadura en muchos casos peor que la de Mugabe, peor que la de Pinochet, y que sin embargo el mundo ignora. ¿Por qué? Porque hemos tenido la desgracia de primero ser un pequeño país desconocido, la única colonia española en África subsahariana. Un país aislado, un país que no producía nada, que no tenía riquezas que interesaban al resto de la gente. Y todo eso supuso que nadie nos hiciera caso, que no se conociera nuestro sufrimiento en el exterior. Ahora ocurre al revés. Desde 1991 se descubrió petróleo, y hay muchísimo petróleo. Guinea Ecuatorial ha pasado de ser un país aislado, desconocido, a ser un país en el que todos los intereses materiales de este mundo están cortejando. De manera que la gente antes no nos conocía. Ahora las multinacionales y los gobiernos occidentales democráticos están ayudando, están dando cobijo a Obiang, a un tirano, simplemente por el interés del petróleo. Entonces, hemos pasado de un extremo a otro, pero el padecimiento sigue siendo el mismo, el padecimiento de la población.
- Ciriaco Bokesa dice que el petróleo va contra las letras. ¿Qué piensa sobre esta expresión?
En la época de Macías no había petróleo, es decir no se explotaba petróleo, estaba en el subsuelo, y Guinea no exportaba petróleo. Y Macías estaba contra las letras. Teodoro Obiang, que llegó al poder en 1979, no tuvo petróleo hasta 1991, que se empezó a explotar. Y también iba contra las letras en aquella época. No es solamente el petróleo, es simplemente la tiranía. La falta de libertad es lo que va contra todo lo que signifique inteligencia, contra todo lo que signifique pensamiento autónomo. No dejan pensar, no dejan que la gente actúe con libertad. No dejan que las energías de la población – en cualquier sentido, en el cultural, económico, político, etc. – que esas energías se manifiesten y confluyan en una creación de lo que sea. No dejan a los guineanos ser empresarios, no dejan a los guineanos ser profesores, porque los profesores tienen que someterse a las directivas políticas del presidente, no dejan a los escritores que escribamos, no dejan a los filósofos que piensen, etc. etc. Es una situación general, no solamente por el petróleo ni solamente contra las letras.
- ¿Diría que España es su nuevo hogar?
No tengo conciencia ya prácticamente de exiliado. Aunque yo sea exiliado de hecho, según mis papeles soy un exiliado político. Pero en mi mentalidad, en mi mente, estoy acostumbrado desde los 14 años a vivir en España. Salvo a aquel período de diez años que pasé en África, nueve años en Guinea Ecuatorial y uno en Gabón, el resto de mi vida, prácticamente toda mi vida la he pasado en España. La vida de cualquier ciudadano normal. Lógicamente, como decía Frantz Fanon, “son los demás los que te hacen diferente. Son los demás los que te señalan, los que te hacen tomar conciencia de que no eres uno más, sino que eres distinto al resto”. Entonces, salvo eso, que me ocurriría en cualquier país del mundo; porque soy negro, he nacido negro, y eso no lo puedo evitar. Y como decía aquel, en cualquier caso, no me siento particularmente en el exilio aquí. Me he acostumbrado a vivir aquí, porque no puedo vivir en mi país. Lógicamente, desde el punto de vista cultural, desde el punto de vista literario, echo de menos a África y a Guinea Ecuatorial. ¿Por qué? Porque mis personajes, mis paisajes, el clima – en fin todo lo que necesito yo para crear mis personajes, está en Guinea, y tengo que utilizar mucha más imaginación de la que sería necesario, para poder hacer las novelas que hago. Eso por un lado. Pero lo he sustituido con esos viajes, esta estancia de diez años en África. Fue una especie de cargar las baterías para luego ejercer mi labor. También desde un punto de vista humano, echo de menos a mi familia, mi padre y mi madre ya murieron, y murieron estando yo en el exilio. Yo no pude ni siquiera hablarles en sus últimos momentos. Este tipo de cosas sí me duelen. Pero desde un punto de vista puramente humano, desde un punto de vista de creación literaria, me siento a gusto. Lo considero que es mi vida normal, el vivir fuera de mi país, y en particular en España.
- ¿Su nacionalidad?
Yo soy guineano. Lo que pasa es que el gobierno de Guinea Ecuatorial no quiere darme pasaporte guineano ni documento de identidad guineano. Entonces, la embajada de Guinea Ecuatorial en Madrid, en 1997, el embajador Santiago Nsobeya, que fue el último ministro de cultura, me dijo que no me iban a dar el pasaporte ni nada. La solución que me dieron las autoridades españolas fue que fuera exiliado político. Así estoy como exiliado político. Tengo la nacionalidad guineana. Mi pasaporte pone nacionalidad de origen guineana. Si no tengo documentación guineana, lógicamente no es por culpa mía, sino por culpa de la dictadura que es evidentemente una muestra más de que en Guinea no se puede discrepar. Si no eres amigo del presidente y le sigues fielmente en todas sus cosas, incluyendo los asesinatos y las torturas, lógicamente te arrojan a las tinieblas exteriores. Y yo fui arrojado a las tinieblas exteriores. Me han echado del país. Mañana podría solicitar la nacionalidad española, porque tengo vinculación con España desde hace 40 años, y me la darían sin problema, pero prefiero no hacerlo. Pero quiero que la gente sepa porque no estoy en Guinea, mis vecinos de aquí quiero que sepan porque estoy aquí en Murcia viviendo y no en mi país. Yo quiero conservarlo siempre.
- ¿Regresaría a Guinea si se cambiara la situación política en el país?
Naturalmente, claro. Claro que regresaría a Guinea. Precisamente por todo eso, para recuperar mis paisajes, para recuperar todo lo que me falta aquí. Para poder seguir con mi creación literaria, y también para estar con mi familia. Regresaría a Guinea en cuanto cambiase la situación. Lo que pasa es que la gente en Europa debe saber por qué los africanos huimos de nuestros países para buscar asilo en Europa o en el mundo desarrollado, incluido en EEUU y en Canadá. Porque las causas son clarísimas. Son causas políticas y son causas económicas. Pero las causas económicas motivadas por la política.
Los países occidentales ponen, sostienen y mantienen a los tiranos, a los dictadores africanos. Ellos nos conservan en la miseria, porque no hay países africanos pobres. Todos los países africanos son países riquísimos. Pero lo que pasa es que nos mantienen en la miseria. Y esa miseria hace que la gente de África huya de África. También nos mantienen en la opresión política. Y esa dictadura, esa opresión política, esas torturas, esos asesinatos políticos, de que la gente no se entera – no llegan las noticias muchas veces a Europa – son los que hacen que, los que podamos, huyamos de África para que no nos maten, no nos torturen. Y eso la gente de los países desarrollados tiene que tenerlo claro; sobre todo los demócratas occidentales tienen que saber por qué se produce este fenómeno de la migración masiva como estamos viviendo en los últimos doce o quince años de africanos hacia Europa. Y eso es justamente el tema de mi última novela “El metro”, en la que yo propongo una reflexión sobre este drama. Y allí, a través del personaje, vas viendo el por qué, las causas por las que tiene que salir de África, y las consecuencias que viene a padecer en Europa. Europa tampoco es el Edén para nosotros. No es la tierra prometida. Cuando llegamos aquí, es lo que uno descubre. En África se tiene unas ideas de Europa que luego no corresponden con la realidad. Aunque ese no sea mi caso particular. Yo no soy un inmigrante africano estándar. Yo vivo bastante mejor que el 99% de los inmigrantes africanos en España. Pero sin embargo, tengo las mismas preocupaciones que ellos. ¿Por qué? Porque son las mismas causas las que me han obligado a salir de mi país.
- El conflicto entre tradición y modernidad en las sociedades ecuatoguineanas. ¿Eso es un elemento en sus obras?
Sí, es un elemento importante, porque es uno de los debates actuales en África. Es decir, hay africanos que creen que hay que volver a la tradición. Como si el colonialismo no hubiese existido. Como si no estuviéramos en el siglo XXI, y seguimos haciendo lo mismo que hacía mi bisabuelo hace 100 años, o mi tatarabuelo hace más de 150 años. Hay africanos que proponen eso, que volvamos a la tradición. Y hay otros africanos que dicen que la tradición ya es obsoleta, no nos sirve para nada. Hay que adoptar las costumbres de los países occidentales, porque eso es la modernidad. Eso es un conflicto subyacente. La paradoja en África es que los más conservadores suelen ser al mismo tiempo los dictadores. Esos mismos dictadores, que proponen la vuelta a la tradición, sin darse cuenta, están vistiendo trajes… viajando en jets privados, beben champagne rosa, todos los elementos importados. Pero solamente quieren que el pueblo vuelva a las tradiciones para mantenerles en la opresión.
Es un mecanismo más para mantener la gente en la opresión, y en la miseria moral. Lo que yo siempre propongo, y se nota en mis obras, es una síntesis. Hay tradiciones africanas que en este momento ya no sirven para nada. Sin embargo, hay otras que debemos fomentar y conservar. Porque África tiene cosas que ofrecer al mundo. No solamente debe recibir. Recibir ayuda económica, etc. Caridad, en una palabra. África tiene cosas también que ofrecer al mundo. Eso tenemos que ser capaces los africanos de encontrar esos elementos, y hacer que esos elementos sirvan primero a nosotros, y luego al resto de la humanidad. Como también estamos importando costumbres, ideas, etc. de otras civilizaciones. Eso es posible. También hay elementos de la modernidad que tampoco sirven en África. No queremos el pensamiento único. Yo propongo que los africanos conservamos nuestra identidad, nuestra personalidad como africanos, pero al mismo tiempo sabiendo que estamos viviendo hoy, no hace cien años. Y eso es, lo que a fin de cuentas, es la propuesta que hago desde la literatura y es la que suelo hacer también en las intervenciones públicas, en conferencias, etc. África tiene que llegar a esta síntesis entre tradición y modernidad y dejar los extremismos. De manera que, hay tradiciones que tenemos que olvidar, y hay otras tradiciones que tenemos que mantener y potenciar. Y al mismo tiempo no tenemos porqué importar todo del occidente, y sin embargo hay cosas de occidente que tenemos que adoptar, puesto que ya son elementos universales.
- ¿Tiene influencias de otros autores en sentido de estilo o materias y temas respectivamente?
No creo que tenga influencia de ninguna escuela en particular o un autor en particular. Solamente quiero aportar desde mis propias tradiciones. Yo soy fang, desde las formas narrativas precoloniales de los fang, trasladarlas en la medida que es posible, trasladarlas a la literatura escrita. Pasarle de la oralidad a la escritura, pero conservando si posible los mismos mecanismos. Es lo que he hecho en mis primeras dos novelas, tanto en «Las tinieblas de tu memoria negra» como en «Los poderes de la tempestad» con esa persona que al mismo tiempo utiliza la primera y la segunda persona. El novelista “normal” siempre escribe en tercera persona porque es una persona que desde fuera está narrando lo que acontece. Pero yo quiero que las historias se expliquen desde la propia personalidad interior, es decir, desde el propio interior, desde la conciencia, que sería el tú. Como si fuera una voz interior que está haciéndole recordar al personaje determinadas cuestiones. Y eso, digamos, forma parte de la estructura narrativa de la tradición oral fang.
Del otro lado, como dije antes en principio, es cuando me planteé escribir Las tinieblas y Los poderes, en principio no encontraba el tono exacto. Pero sin embargo, plantearme un libro más largo que sea ficción para mí era una responsabilidad y no sabía exactamente qué tono darle. (…) También debo reconocer, cuando yo era muy joven, cuando yo tenía 16-17 años, fue la primera vez que yo leí a un autor africano y me impresionó. Ese autor era Chinua Achebe. Leí su libro “Todo se desmorona”, el título original es Things Fall Apart. Este fue mi primer acercamiento a un autor africano. Yo no sabía entonces que un negro había escrito un libro. Para mí fue doblemente impresionante descubrir que un africano podía expresarse literariamente, y que todos estos conflictos de la colonización, entre los colonos y los nativos de África, de la influencia de la modernidad, de occidente en los pueblos africanos etc., son temas que me quedaron grabados y pensé de una manera inconsciente que el punto de vista de Guinea también merecía ser contado. Pero te estoy contando cosas de los 16-17 años. Hasta mucho más tarde no empecé escribir en serio.
Fuente: Mischa G. Hendel, “Subvaloradas, sin ser vistas. Voces literarias de Guinea Ecuatorial», Documental, 83 min, 2009, Austria.
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