Madre, hermana, esposa, sufrida, maltratada, fuerte, valiente, etc; la vida y la realidad de la mujer en África están muy marcadas por la cultura, la tradición, la mentalidad, las costumbres, la falta de formación, la comodidad, la pobreza, la ambición, el dinero, etc.
Las mujeres y los niños son poco valorados en nuestras sociedades africanas, lo cual es una contradicción; porque las mujeres son las que realmente mantienen a nuestras familias y los niños son el futuro. Por tanto, creemos que deberían ser más valorados y mejor cuidados.
La situación de la mujer en África cambiará cuando evolucione toda la sociedad. No basta con que cambie un hombre solo o una mujer sola, porque quedan excluidos y se enfrentan a toda la sociedad.
A la mujer africana se le enseña desde pequeña que el hombre es superior a ella; por tanto, el hombre es libre de hacer lo que le dé la gana, hasta de maltratarla, si quiere; pero la mujer no es libre ni tiene muchos derechos. Según esta mentalidad, el hombre tiene que mantener a su mujer sólo por ser hombre, aunque la mujer trabaje y gane más que él.
Así que, la situación de la mujer en África es muy compleja. Ellas, sobre todo las más jóvenes que han estudiado y quieren ser ellas mismas y exigir sus derechos, sufren el doble o el triple de todo lo que se sufre en África. Sobre ellas cae todo el peso de nuestras tradiciones, costumbres, cultura y mentalidad, cuando quieren levantarse. Muchas de ellas tienen que buscarse la vida, como sea, desde pequeñas para mantener a sus familias.
¿Cuál es la solución?
Creo que hay una responsabilidad compartida entre los hombres, las mismas mujeres y toda la sociedad. La solución la encuentro en la educación desde niños. Si los niños y las niñas crecen con otras ideas y otra forma de ver las cosas, a la larga, se podrá conseguir algo. De hecho muchas jóvenes formadas ya no están dispuestas a, por ejemplo, casarse con un hombre casado para ser una segunda, tercera, cuarta o quinta esposas. A muchas de ellas les cuesta encontrar maridos, porque los hombres les tienen miedo y saben que no podrán dominarlas.
Como dice Lola Huete Machado en el artículo “Mujeres de África”, publicado en su blog “África no es un país”:
“En las sociedades tradicionales, las mujeres eran el pilar de la familia y el impulso de la vida socioeconómica: las encargadas de la educación, la comida, la vestimenta, así como de la transmisión de los valores socioculturales. Fueron también reinas influyentes, guerreras temibles y feroces resistentes a la esclavitud y a la presencia colonial. La mujer estaba implicada en la toma de decisiones que tenían que ver con la comunidad en general y la familia.
Hoy en día, con el acceso a la educación, el desarrollo de los medios de comunicación, el fracaso de los políticos, las mujeres vuelven a recuperar poco a poco su lugar. En el año 1975, con la declaración del Año Internacional de la mujer, la Conferencia de México y más tarde la de Pekín, donde fue notable la fuerte presencia de las mujeres africanas, el desarrollo de las asociaciones femeninas y feministas, la lucha por sus derechos, les ofrecieron las oportunidades necesarias para su rápida emancipación socioeconómica, que era su prioridad. Sin embargo, el fenómeno más importante que permitió a las mujeres recuperar su lugar en la sociedad fue económico. En los años ochenta, los problemas económicos que surgieron a raíz de la mala gestión pusieron a muchos países de rodillas, sólo veinte años después de las independencias.
Queda mucho por hacer en cuanto a la educación, que es el arma esencial contra la ignorancia, la explotación y las prácticas degradantes como los matrimonios precoces, las mutilaciones genitales que aún subsisten, a pesar de la lucha de las mujeres mismas; así como todas las disposiciones legales tomadas por la mayoría de los estados. Aún persisten muchos obstáculos inconscientemente sexistas que les impiden acceder plenamente a los órganos directivos y de decisión. Son a menudo manipuladas y utilizadas por los políticos para la movilización del electorado como madres, hijas, esposas, hermanas y por su influencia en la comunidad.
En cuanto a la creatividad y la creación, la artesanía siempre ha sido su territorio. Hoy en día están presentes también en los campos de las artes plásticas, la creación literaria, el cine, el teatro. Hay muchas escritoras, artistas plásticas, directoras de cine. En la música son las embajadoras del continente, revalorizan las músicas tradicionales, adaptándolas a los instrumentos contemporáneos. Muchas son conocidas y reconocidas mundialmente. Hay hoy en África jefas de estado, primeras ministras, ministras de asuntos exteriores, ministras de economía y finanzas, etc. Hay incluso gobiernos más paritarios que en Occidente… Ellas están presentes en todos los oficios, aunque no se haya alcanzado la paridad todavía ¡Pero la lucha continúa!
Hay que señalar que las sociedades africanas también padecen los efectos de las mutaciones por las que atraviesan las sociedades contemporáneas, como en cualquier otro lugar. Hay muchos divorcios, hay cada vez más madres solteras que lo asumen plenamente, cada vez más mujeres cabezas de familia. Ellas se casan cada vez más tarde, dando así prioridad a su carrera y emancipación tanto económica como individual. Ante cada desafío humano, una mujer se implica con determinación y la africana no se queda atrás. Así, a pesar de todos los pesares, ¡África se mueve y son las africanas las que la mueven!”.